A través de la “democracia”, sea cooperación social desde abajo o formas de gobierno desde arriba, se problematiza la cuestión de cuáles son nuestras necesidades básicas, y cómo y quiénes acceden a ellas. La democracia, en su sentido inclusivo y participativo, no es una necesidad básica. Ni es tampoco una expresión universalmente difundida y aceptada. Las formas de organización social son satisfactores y no necesidades. La democracia, o el estado, forman parte del conjunto de normas, prácticas y ánimos, que facilitan en un contexto dado la predilección o la imposición de un modelo concreto de interacción social.
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