Breve glosario para una mirada ecosocial y crítica de los nuevos sujetos políticos

Nuevos sujetos nos llevan a nuevos tiempos y reclaman nuevas miradas. Miradas que deberán anclarse en su contexto, hoy una realidad de crisis social y ambiental. A lo largo de este texto he ido desgranando una serie de instrumentos (conceptos, perspectivas teóricas, cuestiones de partida) que me han permitido analizar la complejidad del 15-M y de los fenómenos que están apostando por una democratización real de nuestras sociedades. Engarzo a continuación dichos instrumentos en una mirada global y ecosocial de estos nuevos sujetos políticos.

Parto de un análisis de la crisis actual, una ruptura civilizatoria de los satisfactores que nos dan acceso a necesidades básicas, que se refleja en: una política que se distancia (el Estado gobierna para las élites), una sociedad que se desvincula físicamente (caen redes de apoyo en lo laboral, familiar, vecinal), una economía de expertos que gobierna la vida (con tecnologías cada vez menos convivenciales) y un hábitat natural que pone límites a los metabolismos y a las reclamaciones energéticas de la humanidad más privilegiada y consumista.

Esta ruptura da pie a distintas expresiones de ese descontento: disonancias en cómo la gente se siente y percibe el mundo, ciclos de protesta y propuesta de nuevos códigos (mensajes, marcos) y motivaciones para la acción. Gran parte de las reacciones críticas toman forma de movimientos sociales, de cultivos sociales (autogestión de necesidades) y mareas de protesta, dando paso a una cultura contestataria de largo alcance: todo un largo ciclo de movilización. Este ciclo se apoya en expresiones y peticiones de una radicalización de la democracia. Son los nuevos movimientos globales, perceptibles a lo largo y ancho del mundo, y que vienen a constituir una nueva referencia tras un siglo XX marcado, en Occidente, por el movimiento obrero y los nuevos movimientos sociales. Ello es posible, en parte, por la emergencia de nuevas voces, movimientos comunitarios, campesinos e indigenistas, los cuales, desde el llamado Sur, ayudan a replantear preguntas sobre a qué nos enfrentamos y qué hacer ante una crisis ecosocial de dimensiones planetarias. Y por otro lado, por la construcción de una red de redes (abierta y difusa) con base en las nuevas tecnologías de información y comunicación, los nuevos bienes digitales que acompañarán a la crítica general de que los bienes comunes (ambientales, sociales, económicos, de acceso a tecnología) están siendo depredados desde lógicas elitistas de insustentabilidad social y ambiental. Surgen entonces propuestas entrelazadas de democracia participativa (instituciones públicas abiertas de forma constante a la ciudadanía) y radical (autogestionaria).

Estos sujetos, por tanto, promueven un gran cambio social: activan innovaciones sociales que impulsan transiciones socioambientales. Revolucionarios o no, rebeldes en todo caso, remueven los cimientos de nuestros sistemas emergentes: desde abajo modifican interacciones básicas (lo político) y desde ahí el sistema en su conjunto se ve permeado o alterado por otras formas de hacer política. Para ello se valen de nuevos sustratos estructurales y culturales. Su hardware son las redes, los nodos llamativos y reproductivos. Su software es la política del y, la vinculación desde lo diverso, desde un carácter agregativo o desde tendencias más articuladoras y estables.

Y no sólo traen gramáticas de democracia. Como crítica de deudocracia, aportan propuestas y visiones de economías propias, economías de cuidados y de decrecimiento con criterios de justicia social. En sus adentros, operan y proponen formas de autogobierno, desde el gobierno de los muchos, con el ánimo, implícito o explícito, de que las democracias se transformen en el gobierno de los todos. Un (auto)gobierno que sería una democracia en muchos lugares y que, en el actual contexto de crisis ambiental, nos permitiría adentrarnos en una transición humana y no en una transición dolorosa. Democracia “desde abajo” que se explora a través de fenómenos como el 15-M, las propuestas de un sindicalismo social, la emergencia de partidos-ciudadanía, y la construcción de movimientos-sociedad, laboratorios donde vida, política y sustentabilidad construyen futuras direcciones de transición que habrán de enfrentarse a derivas más autoritarias e insustentables.

(Del libro «La Transición Inaplazable. Los nuevos sujetos políticos para salir de la crisis», Icaria, 2013)